El obispo Munilla, según declaración propia, tenía atrapada entre ellos (haciendo un sandwich se supone) a una inmigrante cuando la interfecta tuvo una infección en la boca (a saber lo que le meterían) y tuvo que salir por pies a llevarla al dentista, pero lo trincaron.
Qué malo es que lleva a otros al dentista, ¡que lo lapiden!