Recuperamos datos sobre Mirin Dajo (en realidad se llamaba Arnold Gerrit Henske) que era un faquir holandés. En Ámsterdan hacía actuaciones donde le clavaban espadas a través del cuerpo, aquí un vídeo donde lo podéis ver en acción.
Él estaba convencido de que Dios le había concedido el poder de la inmortalidad, en realidad la explicación científica parece ser que eran, digamos, piercings a lo bruto. Las perforaciones corporales se hacían en zonas que evitaban lesiones mortales o hemorragias internas importantes, y cuando sanaban, se generaba tejido cicatricial a través del cual luego volvían a repetir las incisiones por el mismo sitio. En el vídeo se ven las cicatrices y cómo hacen los ensartamientos por la misma apertura y por el mismo ayudante.
A modo de curiosidad, murió por tragarse una aguja de acero que le perforó la aorta.
Yo cuando cago duro, me siento igual.